Las vírgenes de mantos oscuros, demacradas y ojerosas, dominan el conjunto de pinturas más recientes de Jasmine Worth. La artista las representa con tonos de piel blanquecinos y apagados y expresiones perdidas; emplea una técnica que recuerda al claroscuro del barroco y la diluye en surrealismo pop.
La galería La Luz de Jesús, en Los Ángeles (EE UU) —pionera en la difusión de la obra de artistas lowbrow y del surrealismo pop desde que estos movimientos surgieron en california en los años noventa— expone a partir del 5 de julio Cultus Sanguine, una colección de obras nuevas de la autora estadounidense, característica por haber desarrollado un universo creativo enfermizo, de "cuentos de hadas que fracasaron", bello y a la vez lúgubre.
'Pobre madre'
En su anterior cuerpo de trabajos —Poor Mother (Pobre madre), examinaba la conflictiva iconografía bíblica de la mujer, causante del pecado original en el Antiguo Testamento y madre de Dios en la Tierra según el Cristianismo. Con Cultus Sanguine continúa ciñéndose al icono religioso, esta vez para centrarse en la conexión entre la sangre y la vida. La artista interpreta el nacimiento y la muerte como iguales, como un ciclo, cuando parecen a primera vista opuestos.
Están heridas por una flecha, amamantan al Niño con sangre o derraman lágrimas rojas. Las vírgenes que imagina Worth sufren incluso cuando la tradición pictórica de los grandes maestros las muestra felices y orgullosas, con Jesucristo recién nacido. Otras exhiben miradas sin globos oculares, tatuajes con el ciclo lunar y símbolos con múltiples interpretaciones que permanecen a la espera de que las descifre el espectador.
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